oh ay auch

hola, confieso que en este momento me gustaría ser una elefanta, más que nada porque así tendría una excusa para querer ser una jirafa, que de seguro desearía ser una mariposa, que cerraría el ciclo convirtiéndose en mí, que no contenta de haberse metamorfoseado en tan sólo tres tipos de seres vivos, buscaría la manera más apropiada para volverse un motor que cambie de manera automática cuando se gire la manivela de la parte posterior, y como consecuencia se convierta en una caja de sorpresas de esas con un resorte saltarín que pretende asustar a quien la abra cada vez que la cabeza de un payaso sale disparada con el tacto de las manos ansiosas por descubrir qué aguarda esa caja de sorpresas, y así, siendo una caja de sorpresa que asusta irremediablemente, podría cambiar de manera automática de apariencia, moviendo el motor con la energía que me proporcionarían tales insatisfacciones que, ay, por mi parte, pretendían ser sorpresas. lo confieso, soy la peor elefanta de la historia, pero me alegra serlo, con mi trompa puedo alcanzar las estrellas de noche y bebérmelas, y comer de vez en cuando algunos cachitos de galaxias que ya han muerto hace mucho pero que debido a la relatividad espacial ahora nos llega información acerca de ello. ay pero si pudiera ser un telescopio, seguro que ya no desearía ser cualquier otra cosa menos yo, porque sería demasiado, demasiado feliz si fuera un telescopio, pero si así fuera, nada de esto habría venido a cuento y jamás se me habría ocurrido escribir semejante atrocidad, y nunca habría querido dejar de ser la elefanta que cada noche compite con la luna por ver cuál puede contar más veces al infinito sin sentir que ya pronto y sin darnos cuenta llegará un mañana que todo lo borre.